domingo, 16 de agosto de 2009

Matrimonio Express

¿Qué es un matrimonio?, pregunta que hoy en día nos hacemos muchos. La respuesta varía según nos haya sido enseñada.
A mi personalmente, me enseñaron, que un matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, que se quieren, que se aman, que se entregan el uno al otro, dispuestos a formar una familia.
Me enseñaron también que el matrimonio, además, viene acompañado de unas exigencias con las cuales debemos aprender a convivir, puesto que en esta nueva vida ya no estamos solos, sino que convivimos con otra persona. Debemos tener una actitud de perdón, de comprensión de la debilidad del otro, de paciencia, de estar abiertos siempre a reconciliarse.
Pero todo esto no lo lleva uno aprendido cuando se casa, es necesario ir aprendiéndolo poco a poco durante la vida matrimonial.
Hay quién piensa que el matrimonio es cosa de dos personas (sean del sexo que sea), que se unen por un enamoramiento temporal para convivir y que cuando se les termina, no hay nada que los una, ya que nada les satisface sus necesidades y deciden separarse, son los llamados matrimonios expres, fugaces, de meses de duración algunos. Una lástima, no han entendido nada, solo viven por impulsos de satisfacción, ¿es que no han aprendido nada en sus familias?, ¿no han aprendido a amar?, ¿a perdonar? ¿a convivir?
Yo, sin embargo, creo que el matrimonio es cosa de tres, si de tres, de un hombre, una mujer y Cristo. Porque el matrimonio ha de ser y de hecho solo puede ser cristiano, ya que fue Cristo quién lo instituyó. Cualquier otra cosa solo puede ser una simple unión temporal o duradera pero nunca un matrimonio.
Cristo es la parte esencial del matrimonio, de la unión en si, entre un hombre y una mujer, es quién le da la gracia al matrimonio mediante el Sacramento. Gracia que necesitamos, porque como os comentaba al principio, no todo lo llevamos aprendido, cuando decidimos casarnos necesitamos de alguien que nos eche una manita y ahí es donde interviene Cristo, que con su Gracia derramada en nosotros nos acompaña día a día en nuestras adversidades.
Cada persona es hija de muchas influencias, en primer lugar la propia biología y la manera psicológica de ser, también la influencia familiar, la educación, el ambiente, la historia; y todo dentro de una cultura, que nos ofrece lenguaje, estructura mental, costumbres, valores morales. Este conjunto nos hace a todos singulares, únicos, limitados, complejos, ambiguos, contradictorios. En definitiva, todos, mas o menos, somos susceptibles, posesivos y egocéntricos.
Pero no es difícil conocernos y aceptarnos, la unión de dos personas distintas y complejas es positiva y está llamada a ser enriquecedora para los dos. Pero la convivencia no es fácil. No siempre comprendemos las actitudes y las reacciones del otro. A menudo pensamos y actuamos sin tener en cuenta al otro. Formar pareja significa desprenderse de muchas cosas: costumbres, aficiones, amigos y ambientes, etc., en definitiva morir el uno por el otro al igual que hizo Cristo en la Cruz, que murió por todos nosotros entregando su vida por la nuestra. Llegado a este punto debemos hacernos una pregunta, ¿Cómo estoy yo dispuesto/a a morir por el otro/a?, ¿Cuáles de mis satisfacciones estoy dispuesto/a a dejar para satisfacer al otro/a?
En los matrimonios expres o de corta duración, se puede observar una carencia total de diálogo. En el matrimonio es necesario el diálogo sincero y respetuoso, interesado por las expectativas del otro, diálogo atento. Donde no hay diálogo falta la contemplación del otro y se le pierde la debida atención, se acaba rompiendo la unión que había porque dejamos de conocernos y dejamos de estar interesados el uno por el otro.
El amor de los esposos es en sí mismo una sorpresa diaria, los cristianos creemos que el amor conyugal es más que una sorpresa diaria, creemos que es un misterio que arraiga en al amor inmenso de Dios del cual participa. Es Dios quien hace posible lo imposible: la fidelidad, la alegría, la entrega, la generosidad de dar vida aunque merme la nuestra. Por esto el Sacramento del matrimonio es más de lo que a veces se dice, es más que pedir la bendición de Dios o implorar ayuda en los momentos difíciles.
El Sacramento es compromiso del amor humano que participa del amor de Dios y quiere vivir según el Espíritu de Jesucristo. “Dios viene al encuentro de los esposo en el Sacramento del matrimonio” (Vaticano II, Gaudium et Spes, 48)

El matrimonio expres existe porque muchos no pueden seguir el viaje, sucumben al considerar al otro como un objeto, como algo manipulable a su servicio y que nunca le proporcionará. No han entendido el sentido de reciprocidad, el casarse para hacer FELIZ al otro.
Enhorabuena a todos los que siguen casados porque Dios a derramado, mediante el Sacramento del matrimonio, su gracia en los corazones y con ella es posible seguir juntos y felices.

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